Lo sublime y lo obsceno by Sandino Núñez

Lo sublime y lo obsceno by Sandino Núñez

autor:Sandino Núñez [Núñez, Sandino]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Filosofía
editor: ePubLibre
publicado: 2005-01-01T00:00:00+00:00


2.

En resumen. Quiero insistir en sostener la pertinencia conceptual de un mapa que parte al mundo occidental moderno, brutalmente, en dos: civilizados y bárbaros, humanos e inhumanos, corruptos y obscenos. Por un lado, culturas institucionalistas (católicas, fundamentalistas o de Ley trascendente). Por otro, culturas comunitarias (protestantes, de normas o de regulación inmanente). La idea, se comprenderá, no es nueva ni tiene la menor pretensión de novedad. Solamente se propone, como hipótesis no trivial de trabajo, enfatizar el carácter determinante de esta territorialidad, en el entendido de que define dos formas bastante diferentes de regular y cohesionar a las personas, y por lo tanto dos prácticas opuestas (o, por lo menos, oponibles) de producción, circulación y apropiación de discursos, saberes, sujetos y experiencias colectivas (civiles o comunitarias).

Por lo tanto quiero distinguir conceptualmente, por razones también operativas, entre dos formas de agrupamiento de las personas y dos tecnologías de regulación de las poblaciones: instituciones y comunidades.

A. La institución está estructurada, como un lenguaje, por la terceridad del Estado. Está tejida microscópicamente por juegos de representación, autorización y legitimación. El lenguaje de la institución funciona haciendo que la palabra se eleve a los cielos de la episteme para recién después, legitimada y pura, circular entre los mortales. Lo digo de otro modo. Dos partículas institucionales (digamos: dos personas o dos sujetos) se reconocen mutuamente sólo porque antes reconocen a la institución que las contiene y las sostiene: se reconocen sobre el suelo de la institución y por la garantía de la institución. Son capaces de verse solamente a través de la mediación y la modalización de un tribunal, de un tercero —que para el caso es El Tercero, el Otro, el Estado. Es esa estructura, esa organización triangular la que es reproducida por el funcionamiento de cualquier interpelación corriente (Althusser): ciudadanos, correligionarios, camaradas, colegas, proletarios. La institución es propia de culturas de sujeción (y no digo subjetivación, noción que he querido ligar más a la máquina de gobierno que al aparato institucional).

B. La comunidad es completamente distinta. Es dual, horizontal e indiferenciada. Se diría que se levanta, en su aparente laxitud, como una fortaleza o un bunker, precisamente para minimizar los riesgos de una intromisión del Estado, para conjurar el peligro de cualquier simbólico. Un dos que no quiere tres. Parte al mundo en adentro/afuera, y funciona de acuerdo a la subsecuente lógica defensiva, militar o policíaca: un adentro pegoteado e inestructurado que trata de articularse en forma ritual, obsesiva, incesante, y un afuera hostil hecho a golpes de reyección, exclusión y discriminación. La comunidad opera digitalmente, con dos valores discretos: 0,1. Nunca un tercer valor, un valor testigo, trascendente. O bien algo es comunidad o bien no lo es y está por lo tanto excluido —quiero decir: no silenciado o reprimido sino separado, expulsado, y con frecuencia, no previsto. La comunidad parece nacer de un poder miedoso y paranoico y tramitar y prolongarse en un poder miedoso y paranoico. La comunidad es propia de culturas de identidad o identificación.

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